Lo mejor de estar lejos es que igual podemos sentirnos cerca.
Con Cobro Revertido nos ahorramos las monedas de $100, la música de espera y las fastidiosas operadoras.
Aquí no hay códigos de país o de ciudad; aquí podemos tener conversaciones -incómodas- de naturaleza femenina, mal entendidos que involucran hilos dentales o momentos melosos del tipo ¿somos o no somos amigas?
A escribir se ha dicho.